¿Qué pasa con los ferrocarriles argentinos?
El ferrocarril fue el motor del desarrollo económico y social de la Argentina. Su trazado conectaba pueblos remotos, integraba economías regionales y facilitaba el transporte de pasajeros y mercancías en un país de dimensiones continentales. Sin embargo, lo que alguna vez fue símbolo de progreso se encuentra hoy en una situación crítica. Los ferrocarriles argentinos enfrentan deterioro estructural, baja competitividad y limitaciones operativas que impiden cumplir con el rol estratégico que deberían tener en la economía nacional.
El estado actual de los ferrocarriles argentinos
El sistema ferroviario argentino está compuesto por dos grandes segmentos: ferrocarriles de pasajeros urbanos e interurbanos y ferrocarriles de carga. Cada uno enfrenta problemáticas específicas pero convergen en un mismo diagnóstico: falta de inversión sostenida, infraestructura obsoleta y gestión ineficiente.
Ferrocarriles de pasajeros
En el área metropolitana de Buenos Aires circulan las líneas más activas, que transportan diariamente a millones de personas. Si bien en los últimos años hubo obras de modernización, como renovación de vías, compra de trenes eléctricos y mejoras en estaciones, los problemas persisten:
- Frecuencias insuficientes.
- Retrasos constantes por fallas técnicas.
- Niveles de seguridad aún por debajo de los estándares internacionales.
En el interior del país, el panorama es mucho más crítico. Los servicios de larga distancia son escasos, lentos y con baja frecuencia. Viajar en tren desde Buenos Aires a Córdoba, Rosario o Tucumán es posible, pero el tiempo de viaje triplica o cuadruplica al transporte automotor. Esto genera que el tren no sea competitivo y que solo lo utilicen sectores con menos recursos o quienes buscan una experiencia distinta, más ligada a lo turístico que a lo funcional.
Ferrocarriles de carga
La situación es aún más preocupante en el transporte de carga. Argentina tiene una de las redes ferroviarias más extensas de la región, pero solo una parte está activa. El deterioro de las vías, la falta de material rodante moderno y los cuellos de botella logísticos reducen la competitividad del tren frente al camión.
Actualmente, el camión concentra más del 80% del transporte de cargas en el país, mientras que el ferrocarril apenas supera el 15%. Este desequilibrio encarece los costos logísticos, afecta la competitividad de las exportaciones y contribuye a la saturación y deterioro de las rutas nacionales.
Causas del deterioro
El estado actual de los ferrocarriles no es producto del azar, sino de una combinación de factores históricos, políticos y económicos:
Falta de inversión sostenida: durante décadas, el ferrocarril fue relegado en los planes de infraestructura. Los recursos se concentraron en rutas y autopistas, lo que fortaleció al transporte automotor en detrimento del ferroviario.
Privatizaciones y abandono: en la década de 1990, el desguace del sistema ferroviario significó el cierre de ramales enteros, el despido de miles de trabajadores y el abandono de pueblos que quedaron desconectados. Muchas de esas líneas jamás se recuperaron.
Gestión deficiente: tanto en períodos de administración privada como estatal, hubo falta de planificación estratégica y corrupción. Las inversiones se hicieron de forma fragmentada, sin un plan integral que articule el sistema ferroviario con la matriz productiva del país.
Competencia desigual: el transporte por camión recibió subsidios indirectos a través de inversiones en rutas y autopistas, mientras que el ferrocarril se mantuvo en desventaja competitiva.

El impacto económico y social de la decadencia ferroviaria
La pérdida de protagonismo del ferrocarril tuvo consecuencias profundas para la Argentina:
- Aumento de costos logísticos: transportar mercancías por camión es más caro que hacerlo por tren. Esto afecta directamente a las economías regionales que dependen de exportar granos, minerales y productos industriales.
- Desigualdad territorial: miles de localidades que antes estaban conectadas quedaron aisladas, perdiendo oportunidades de desarrollo económico.
- Saturación vial y ambiental: la sobredependencia del camión genera congestión en rutas, mayor índice de accidentes y aumento de emisiones contaminantes.
- Pérdida de empleo y capital humano: la reducción de la red ferroviaria significó también la desaparición de oficios, talleres y comunidades enteras que giraban alrededor del tren.
¿Qué se debería hacer?
La recuperación de los ferrocarriles argentinos requiere una estrategia nacional de largo plazo que combine inversión, planificación y cooperación público-privada. Algunas líneas de acción clave serían:
Plan integral de infraestructura ferroviaria:
- Modernización de vías para aumentar la velocidad y la seguridad.
- Incorporación de material rodante de última generación.
- Desarrollo de nodos logísticos que integren tren, camión y puertos.
Reequilibrio del transporte de carga:
El objetivo debe ser que al menos un 30-40% de la carga nacional se transporte por ferrocarril, reduciendo la dependencia del camión y bajando los costos logísticos de exportación.
Recuperación de servicios regionales de pasajeros:
Por ejemplo, Buenos Aires-Rosario-Córdoba, Buenos Aires-Mendoza o Rosario-Tucumán. Con trenes modernos, estas rutas pueden ser competitivas frente al transporte automotor y aéreo.
Inversión con control social:
Es necesario garantizar transparencia en las obras ferroviarias. Los escándalos de corrupción del pasado han demostrado que sin control ciudadano y auditorías independientes, cualquier inversión puede diluirse en sobrecostos.
Innovación y sustentabilidad:
El ferrocarril debe ser parte de la transición hacia una economía más sustentable. Su menor huella de carbono respecto al transporte por carretera lo convierte en un aliado clave frente al cambio climático.