La Bolsa de Comercio de Rosario reveló un dato alentador para el agro argentino: gracias a las lluvias récord registradas en agosto, especialmente en la zona núcleo, la producción de trigo ya sembrado podría alcanzar mínimos de 20 millones de toneladas, y el panorama también es altamente prometedor para la próxima siembra de soja y maíz, programada para septiembre y octubre respectivamente.
Las precipitaciones recientes —que duplicaron incluso los caudales de julio— dejaron reservas hídricas óptimas para los cultivos, abriendo la puerta a una campaña que podría rankear entre las más productivas de la historia agropecuaria del país según destacan desde Reuters. No obstante, la BCR llamó a no minimizar ciertos riesgos, como el aumento potencial de enfermedades y los posibles cuellos de botella en la logística del grano cuando llegue la cosecha.
Argentina se mantiene como líder global en la exportación de aceite y harina de soja, es el tercer proveedor mundial de maíz y un jugador relevante en trigo: si los volúmenes de producción se concretaran, el impulso exportador podría ser un motor decisivo para la economía regional y nacional.

PUNTOS CLAVE:
Refuerzo en las exportaciones y divisas
Elevados rendimientos permitirían un flujo sustancial de dólares que, en momentos de fragilidad macroeconómica, se torna clave para el equilibrio cambiario y fiscal.
Adaptación logística urgente
Ante un volumen inédito, el país necesitará asegurar puertos, transporte vial y ferroviario, y la cadencia de embarques para evitar demoras que impacten precios o calidad.
Atención sanitaria y agronómica
La humedad persistente puede favorecer brotes de hongos o plagas. Será crucial acompañar con monitoreo intensivo y asesoramiento técnico a productores.
Sostenibilidad del impulso productivo
Si bien esta campaña puede generar un pico extraordinario, la clave estará en consolidar condiciones climáticas, financieras y logísticas que permitan repetir o mejorar estos resultados en el futuro.
La abundancia de agua inaugura una ventana de gran oportunidad para la cadena agroindustrial argentina. Si se aprovecha con planificación y previsión, podría traducirse en un puntapié fuerte para la economía. Pero la principal discusión justamente se centrará en cómo gestionar ese boom sin perderlo por falta de infraestructura o capacidad operativa.