Estados Unidos intendificó su estrategia arancelaria, desplegando una ráfaga de tarifas que redefinen el sistema comercial internacional y alimentan presiones inflacionarias. Esta medida representa un viraje decisivo en las relaciones económicas y genera una reacción inmediata en los mercados.
Las nuevas tarifas impuestas por EE.UU. alcanzan múltiples sectores, ampliando su alcance y magnitud. Su impacto no solo altera los flujos de importación y exportación, sino que también reorienta cadenas productivas completas, generando inflación importada y fomentando un ambiente de proteccionismo renovado (Financial Content).
Reacción inmediata en los mercados
La respuesta fue contundente: el dólar se debilitó, los bonos del Tesoro de mayor plazo registraron caídas y el oro escaló como refugio ante la volatilidad creciente. Esta dinámica refleja un quebranto en la confianza de los inversores frente a la estabilidad de la política monetaria estadounidense y el panorama económico global.
Al mismo tiempo, JPMorgan Asset Management anticipa un aluvión de devoluciones de impuestos en EE.UU. a comienzos de 2026, derivado del nuevo marco fiscal del “One Big Beautiful Bill Act” (es una ley fiscal firmada el 4 de julio de 2025 que busca impulsar la economía estadounidense, principalmente haciendo permanentes muchas disposiciones de la Ley de Reducción de Impuestos y Empleos de 2017 (TCJA) y añadiendo nuevos créditos y deducciones fiscales, como la deducción por intereses de préstamos de automóviles ensamblados en EE. UU. y beneficios adicionales para personas mayores). Este ingreso inesperado podría elevar el consumo durante la temporada navideña, pero con un efecto efímero: una suerte de “subidón económico dulce”, que probablemente se disipe hacia mediados de 2026.

Claves para el futuro
Inflación persistente y presiones prolongadas: Los aranceles pueden convertirse en un motor persistente de costos elevados, especialmente si las empresas trasladan estos incrementos a los consumidores de manera sostenida.
Revisión de estrategias comerciales globales: Las empresas podrían replantear sus cadenas de suministro, buscando reducir su dependencia de EE.UU. o trasladar sourcing a mercados menos afectados por tarifas.
Políticas monetarias en tensión: Con inflación aún alta y consumo temporalmente elevado, los bancos centrales, en especial la Fed, enfrentan un dilema entre frenar la inflación o sostener la recuperación.
Incentivo al comercio regional o digital: Para esquivar barreras arancelarias, podría acelerarse el comercio regional o la expansión del comercio digital, alterando rutas tradicionales del intercambio global.
El retorno de una política arancelaria agresiva por parte de EE.UU. marca el inicio de una etapa de tensión comercial con implicancias globales: desde mercados desestabilizados hasta cadenas productivas en revisión. La posible inyección temporal de gasto interno vía devolución fiscal añade una capa de complejidad: un “auge” que, de no gestionarse bien, podría prolongar la inflación y condicionar las decisiones de política económica.