Mientras las tecnologías en el mundo corporativo avanzan a pasos agigantados apadrinadas por los entornos de metodologías ágiles, el burnout laboral se hace presente cada vez más en casi todos los escenarios corporativos.
La World Health Organization describe al burnout como un fenómeno laboral “conceptualizado como resultado del estrés laboral crónico que no se ha gestionado con éxito”.
Este síndrome se ve reflejado en los sentimientos de agotamiento o pérdida de energía, una mayor distancia mental con respecto al propio trabajo y eficacia profesional reducida.
La competencia laboral y el permanente monitoreo de los objetivos en un mundo laboral complejo y dinámico tienen relación con las largas jornadas de trabajo y el poco reconocimiento.
Muchas veces, el entorno no ayuda por las estructuras organizacionales anticuadas o bien por falta de liderazgos y otras, el factor individual no logra encontrar un equilibrio entre la vida personal y la laboral.
El desempleo y el trabajo informal, crean escenarios propicios para el desarrollo del burnout: mal clima laboral, mayor rotación de personal y pérdida de productividad.

Probablemente, una de las causas del apogeo de este síndrome es la competencia laboral, cada vez más informal y freelance, con menor estabilidad y sin contención pero con la exigencia de la pasión (“ponerse la camiseta”).
Cada vez más, en el mundo actual, el descanso se ve como una debilidad y no como una necesidad, premiando a los individuos más proactivos y con capacidad multitasking. Aún así, estos individuos pueden sentir el peligro de ser arrojados al vacío si su proactividad falla y no se alinea con los intereses poco claros de sus superiores.
Todo esto se puede centralizar en los mensajes fuera del horario laboral, la falta de respeto por los fines de semana y las vacaciones y por un trabajo remoto mal gestionado que borra los límites entre la vida privada y la profesional.
Por otro lado, la falta de recursos asociados a los períodos de crisis (macro o micro), pueden sobrecargar a un empleado determinado, debido a que las compañías tienden a reducir recursos pero mantener los objetivos. En las compañías con estructuras más obsoletas, como consecuencia del micromanagement se puede observar una competencia interna agresiva en lugar de un espíritu colaborativo, que deriva en poco o nulo reconocimiento al esfuerzo pero duros castigos al error.
Más allá del entorno organizacional, uno mismo puede ayudarse a mejorar en la vinculación del medio laboral con el personal, como señala Stephen Coven en “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”.
Cuando se tiene la sensación de inutilidad o de no estar a la altura de lo que la profesión demanda, o se posee una falta de motivación o bien cuando los descansos no son un verdadero corte y el almuerzo es siempre “arriba de la computadora”, pueden ser señales claras de este síndrome. Algunas veces, lo más sano puede ser cambiar el ritmo de vida, o bien directamente cambiar el trabajo.