Cómo está Argentina en el Ranking de inflación de América del Sur
La inflación se trandformó en una de las problemáticas económicas más urgentes para Argentina y varios países de América del Sur. En esta región conviven realidades muy diversas: economías con inflación moderada y estable, otras con presiones fuertes, y algunas que transitan por crisis hiperinflacionarias.
¿Qué tan grave es la inflación hoy en América del Sur?
Según proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras fuentes especializadas, los países de América del Sur presentan tasas muy dispares de inflación para 2025.
Aquí algunos ejemplos del ranking estimado para 2025:
País | Inflación prevista para 2025 |
---|---|
Venezuela | 254 % anual, la más alta de la región. |
Argentina | 20-35 % anual (según distintas estimaciones); aparece como segundo país con mayor inflación pronosticada de la región después de Venezuela. |
Bolivia | Aproximadamente 15-16 %. |
Uruguay, Brasil, Suriname | En general, entre 5-8 % para Brasil y Uruguay, un poco más alto en Suriname. |
Chile, Paraguay, Ecuador, Colombia, Perú | Países con inflación más moderada, generalmente debajo del 5 % anual proyectado o cercano a valores controlados. |
Estos datos indican que, salvo algunos extremos, la mayoría de los países suramericanos se encuentran en un contexto de inflación elevada si se compara con décadas anteriores, pero con grados de presión y urgencia muy distintos.
La situación argentina: tasa, evolución y particularidades

Argentina merece atención especial porque históricamente ha tenido períodos de inflación muy elevados, y los últimos años no han sido la excepción.
Factores detrás de la inflación argentina
Para entender por qué Argentina sigue entre los países con mayor inflación en la región, estos son algunos de los principales factores:
Déficit fiscal persistente: El Estado suele gastar más de lo que recauda, lo que obliga a financiamiento —a veces vía emisión monetaria— para cubrir los desequilibrios. Esto genera presión constante al alza de precios.
Devaluaciones y brechas cambiarias: El peso argentino ha pasado por fuertes devaluaciones. Cuando la moneda local pierde valor frente al dólar u otras divisas, los bienes importados y los insumos de producción suben, encareciendo productos locales también. Y si hay múltiples tipos de cambio (oficial, paralelo, etc.), la incertidumbre aumenta.
Expectativas inflacionarias: En Argentina, los agentes económicos (consumidores, empresas) esperan que los precios sigan subiendo, lo cual se traduce en ajustes preventivos: aumentos salariales, precios mayoristas, tarifas, etc. Esa expectativa se retroalimenta.
Subsidios, tarifas y ajustes públicos: Cambios frecuentes en tarifas de servicios públicos, congelamientos o liberalizaciones generan efectos fuertes sobre el índice general de precios. Cuando los subsidios se retiran o se ajustan, los precios suben bruscamente.
Políticas monetarias / control del crédito: Medidas de endurecimiento o relajamiento de tasas, control del crédito bancario y liquidez tienen impacto directo, pero los rezagos suelen ser largos y los efectos mixtos.
Factores externos: Aumento en precios internacionales de alimentos, combustibles, inflación importada, costos de transporte. Argentina importa muchos bienes esenciales cuya cotización depende del dólar y de los mercados globales.
Comparativas con vecinos
Mientras Argentina lucha por bajar su inflación de cifras altísimas vistas en 2023-2024 (más del 200 % anual), otros países suramericanos han logrado mantenerla mucho más baja: Brasil, Chile, Perú, Colombia están en niveles controlados (por debajo del 10 % o menos, en varios casos). Esto les da mayor previsibilidad económica, menos shock mensual al bolsillo, más facilidad para inversión extranjera, etc.
Por ejemplo, Uruguay, Brasil y Chile han mostrado inflaciones moderadas proyectadas cercanas al 5-6 % para este año. Bolivia, aunque algo más elevada, está en niveles todavía muy inferiores a los argentinos.
Ranking comparativo: ¿Dónde está parado Argentina?
Al revisar los rankings compilados por fuentes como el FMI, “The Global Economy” y sitios especializados como Trading Economics, podemos ubicar a Argentina en el segundo lugar en Sudamérica en cuanto a inflación proyectada para 2025, sólo detrás de Venezuela.
Esto no es un dato menor: significa que, aunque ya no está en cifras hiperinflacionarias tan extremas como en ciertos momentos recientes, sigue siendo de los países con mayor inflación del continente, lo que lo coloca en una situación de desventaja estructural frente a la mayoría de sus vecinos.
¿Qué tan creíble es la mejora en Argentina?
Aunque las cifras recientes muestran una desaceleración, hay razones para ser escépticos o al menos cautelosos:
- Las mejoras inflacionarias muchas veces se deben a efectos de base o medidas de choque —cambios en tarifas, subsidios, controles que se retiran— que pueden estabilizar algo el CPI por unos meses, pero no siempre atacar las raíces profundas (déficit fiscal, expectativas, estructura de costos).
- Las estimaciones oficiales pueden tener rezagos, sesgos estadísticos o demoras en reflejar lo que la población vive día a día, particularmente en bienes de primera necesidad. Los precios de alimentos son los más sensibles, y suelen arrojar brechas entre lo que reportan los indicadores y lo que siente la gente.
- Riesgos cambiarios siguen latentes: si el peso sufre una devaluación fuerte o si surge inflación importada por alzas globales de commodities, transporte, energía, se podrían revertir los avances.
- Políticas sociales, subsidios y tarifas públicas: si se ajustan demasiado rápido, generan tensiones sociales; si se los sostiene mucho, mantienen presión al gasto público. Lograr un equilibrio es muy difícil.
Proyecciones y recomendaciones

Para que Argentina pueda consolidar una baja sostenida de inflación, algunas de las claves serán:
Disciplina fiscal sostenida: controlar el déficit; evitar que el financiamiento del gasto reciba respaldo monetario excesivo.
Política monetaria creíble: con independencia, tasas que reflejen riesgo inflación, reservas internacionales saludables, evitar presiones políticas que lleven a decisiones expansivas.
Anclaje de expectativas: con política coherente, comunicación clara, minimizar sorpresas (como grandes devaluaciones o saltos tarifarios repentinos).
Diversificación económica: aumentar la producción local, reducir dependencia de importaciones en bienes sensibles; fomentar sectores que mitiguen choques externos.
Protección social gradual: para evitar que los sectores más vulnerables sean los que más paguen el costo del ajuste; mantener mecanismos de apoyo focalizados.
En el ranking de inflación de América del Sur, Argentina aparece como uno de los países con mayor presión de precios para 2025, sólo superado por Venezuela, lo que lo posiciona en una situación muy crítica dentro del continente. Si bien hay señales de desaceleración —con tasas actuales “más bajas” en comparación con los picos de 2024—, la macroeconomía argentina sigue enfrentando retos enormes: expectativas inflacionarias arraigadas, desequilibrios fiscales, movimientos abruptos en tarifas y tipo de cambio, vulnerabilidades externas, entre otros.
La mejora es posible, pero requiere políticas coherentes, previsibles y con compromisos a medio plazo. De lo contrario, los avances podrían diluirse y los perjuicios para el poder adquisitivo de los ciudadanos seguirán siendo severos.