Del hombre que “quebró” al Reino Unido al rescate del peso argentino: Scott Bessent
En los ‘90, el mundo financiero tembló ante un puñado de hombres capaces de doblarle la mano a los bancos centrales. Entre ellos estaba Scott Bessent, un nombre que pocos recuerdan, pero que jugó un papel clave junto a George Soros en uno de los movimientos más audaces de la historia económica moderna: el ataque a la libra esterlina de 1992.
Hoy, tres décadas después, Bessent vuelve a aparecer en el radar, esta vez apoyando a la Argentina. Pero cuando un especulador con antecedentes de esa magnitud mira hacia un país con una moneda débil y reservas agotadas, la pregunta no es “por qué”, sino “para qué”.
Del “miércoles negro” al laboratorio argentino

Bessent fue uno de los cerebros operativos del Quantum Fund, el legendario fondo que Soros utilizó para apostar en contra de la libra. La maniobra, conocida como Black Wednesday, obligó al Banco de Inglaterra a devaluar la moneda y le reportó a Soros —y a sus analistas más cercanos— más de 1.000 millones de dólares en ganancias en un solo día.
El modus operandi fue identificar una debilidad estructural, detectar la incapacidad política para sostener un tipo de cambio artificial, y lanzar una operación de presión coordinada en el mercado.
Argentina, hoy, parece ser un guion demasiado familiar.
El país tiene una economía fracturada, un Banco Central sin reservas netas y una moneda que no logra consolidar credibilidad, ni siquiera con un gobierno dispuesto a un ajuste inédito.
La apuesta argentina: ¿rescate o trampa?
En los últimos meses, Bessent expresó públicamente su apoyo a las reformas económicas impulsadas por el gobierno argentino y su confianza en el programa de estabilización. Su fondo incluso realizó compras selectivas de activos locales, lo que muchos interpretaron como una señal de respaldo.
Pero los movimientos de los grandes fondos rara vez son actos de fe.
La historia muestra que cuando un inversor de esta magnitud se posiciona en un país vulnerable, lo hace para ganar, no para ayudar.
Bessent sabe que en la Argentina hay un activo subvaluado y un gobierno que necesita demostrar resultados. Si el plan de estabilización tropieza —por inflación reprimida o atraso cambiario— el peso podría transformarse en la próxima ficha de dominó del mercado emergente.
Apreciación insostenible y un golpe de realidad
Hoy, el peso se mantiene más firme de lo que los fundamentos justifican.
El ingreso de capitales financieros, la liquidación de exportaciones rezagadas y la contención fiscal sostienen el tipo de cambio, pero a un costo: la economía real se enfría y la competitividad externa se erosiona.
Los fondos de inversión s lo saben.
Si la política argentina busca mantener la calma cambiaria sin recomponer reservas de manera sólida, el país puede entrar en una trampa clásica de apreciación temporal.
En ese contexto, la estrategia más rentable para un fondo especulativo sería sencilla:
- Entrar cuando el mercado cree en la estabilidad.
- Comprar deuda o activos argentinos a precios bajos.
- Esperar la corrección cambiaria inevitable.
- Salir en el pico de confianza… y apostar contra el peso.
Ese sería el movimiento perfecto, el mismo libreto que ejecutaron en Europa en los ‘90, pero adaptado al contexto latinoamericano.

El riesgo real: que la historia se repita
Lo peligroso es que vean una oportunidad estructural de debilidad y actúen como catalizador de un proceso que ya está en marcha.
El peso argentino no necesita enemigos externos, su deterioro viene de años de desconfianza, déficit y políticas erráticas. Pero la entrada de jugadores con poder de fuego global puede acelerar un desenlace que, sin intervención, ocurriría igual.
Si el gobierno intenta sostener artificialmente la calma cambiaria en un contexto de tasas reales negativas y expectativas inflacionarias latentes, el desenlace más probable es una corrección abrupta hacia mediados de 2026, o antes.
El juego de los poderosos
Bessent no actúa por ideología ni por simpatía hacia un modelo político. Actúa por oportunidad. Y en los mercados emergentes, las oportunidades no nacen del éxito, sino de la fragilidad.
Su apoyo a la Argentina puede interpretarse como un voto de confianza, pero en realidad es una jugada anticipada, un pie adentro para conocer el tablero.
La pregunta de fondo no es si vendrá un ataque especulativo, sino si el sistema argentino está preparado para resistirlo.
La tormenta perfecta
Si la economía no logra recomponer reservas, fortalecer el superávit comercial y normalizar el crédito externo, el peso volverá a ser una presa fácil.
Y si eso ocurre, podrían repetir la obra maestra: apostar contra una moneda que todos defienden pero en la que nadie cree.
Solo falta saber cuándo comenzará la función.
