Presión cambiaria
¿Por qué la presión cambiaria no cede, a pesar de los intentos oficiales por estabilizar el mercado? Y más aún, ¿qué puede esperarse en los próximos meses?
Las causas estructurales de la presión cambiaria
La demanda persistente de dólares en Argentina no es un fenómeno nuevo. Responde a un problema histórico de falta de confianza en el peso, producto de décadas de inflación crónica, políticas fiscales deficitarias y recurrentes crisis externas.
Entre los factores estructurales más relevantes se destacan:
- Inflación persistente: a pesar de políticas contractivas, la inflación interanual sigue en niveles de dos dígitos altos. La pérdida de poder adquisitivo del peso refuerza la búsqueda de cobertura en dólares.
- Desbalance fiscal y monetario: el déficit fiscal crónico y su financiamiento vía emisión generan presión sobre la moneda local. Mientras no se alcance un sendero fiscal creíble, el mercado descontará nuevas devaluaciones.
- Escasa confianza institucional: la volatilidad normativa, los controles cambiarios y la ausencia de consensos de largo plazo alimentan la dolarización como refugio.
- Crisis de reservas: la falta de divisas en el Banco Central, incluso tras liquidaciones extraordinarias del agro, refuerza la percepción de fragilidad externa.
Estos elementos estructurales hacen que cada shock externo o político se traduzca rápidamente en corrida hacia el dólar.
Los factores coyunturales
A los problemas de fondo se suman detonantes específicos de la coyuntura:
- Resultados electorales provinciales: las tensiones políticas en Buenos Aires y otras jurisdicciones aumentan la incertidumbre, afectando la credibilidad del Gobierno y la expectativa de gobernabilidad.
- Mercado de deuda en pesos: la necesidad de renovar vencimientos de deuda interna obliga a ofrecer tasas altas y plazos cortos, lo que alimenta expectativas de inestabilidad.
La combinación de estos elementos hace que la presión cambiaria se traslade a la economía real: suba de precios, caída del consumo, pérdida de competitividad y deterioro de las expectativas empresariales.
El rol del Banco Central
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha intentado contener la tensión cambiaria a través de:
- Intervenciones en los dólares financieros: venta de bonos para moderar al MEP y al CCL.
- Aumento de tasas de interés: buscando ofrecer alternativas de rendimiento en pesos para desincentivar la dolarización.
- Restricciones adicionales a la demanda: límites a importadores, cepo a la compra minorista y trabas a pagos al exterior.
Sin embargo, estas medidas tienen efectos colaterales. Las intervenciones drenan reservas netas; las tasas altas encarecen el crédito y enfrían la economía; y las restricciones traban la actividad productiva, generando un círculo vicioso.
Consecuencias de la presión cambiaria
La presión sobre el dólar impacta directamente en la vida cotidiana y en la dinámica económica:
- Aumento de la inflación: cada salto cambiario se traslada rápidamente a precios, especialmente en alimentos y bienes durables.
- Freno al consumo: con ingresos que pierden poder adquisitivo frente al dólar, las familias ajustan gastos y posponen decisiones de compra.
- Desincentivo a la inversión: la inestabilidad cambiaria desalienta proyectos productivos y agrava la fuga de capitales.
- Aumento de la pobreza: la pérdida del poder de compra en los sectores medios y bajos profundiza la crisis social.
En este marco, la presión cambiaria es un detonante de inestabilidad económica y política.

¿Qué puede pasar?
1. Escenario de corrección ordenada
El Gobierno logra un acuerdo político y fiscal que reduzca el déficit, mientras implementa un plan creíble de estabilización. Se avanza en unificación cambiaria gradual y se consigue financiamiento externo.
- Consecuencia: reducción de la brecha cambiaria, estabilidad relativa del dólar y desaceleración de la inflación.
- Probabilidad: baja en el corto plazo, pero posible a partir de 2026 si se logran consensos.
2. Escenario de continuidad inestable
El Gobierno mantiene el esquema actual, interviniendo con reservas y endureciendo el cepo, pero sin resolver las causas de fondo.
- Consecuencia: dólar paralelo en alza, inflación elevada, menor crecimiento y tensiones sociales crecientes.
- Probabilidad: alta en el corto plazo.
3. Escenario de crisis abrupta
Una combinación de caída de reservas, incumplimientos de deuda y pérdida de confianza genera una devaluación brusca.
- Consecuencia: salto inflacionario, caída del salario real, conflictividad social y posible adelantamiento de decisiones políticas.
- Probabilidad: moderada, pero latente si no se toman medidas preventivas.
El dilema de siempre
La presión cambiaria en Argentina es la incapacidad de construir un sistema económico basado en estabilidad, previsibilidad y confianza.
El Gobierno insiste en controles que solo postergan los desequilibrios, mientras el sector privado opera en un entorno de reglas cambiantes y devaluaciones encubiertas. La sociedad, a su vez, ha perdido toda confianza en el peso como moneda de ahorro.
Sin un programa integral que aborde simultáneamente el déficit fiscal, la inflación y la política cambiaria, los parches seguirán siendo insuficientes.
Aunque el Gobierno busque mostrar control sobre el mercado, la realidad es que los fundamentos —inflación alta, déficit fiscal, escasez de reservas y brecha cambiaria— continúan deteriorando la credibilidad.
El futuro dependerá de la capacidad de construir un programa sólido, consensuado y sostenible. De lo contrario, la Argentina seguirá atrapada en el mismo círculo vicioso: crisis cambiaria, devaluación, inflación y ajuste social.
La pregunta ya no es si habrá presión cambiaria, sino qué tan fuerte será y cómo impactará en la economía real en los próximos meses.