Es indudable que en tiempos de crisis, cambios políticos, avances tecnológicos y consumo volátil, emprender puede ser una locura. Sin embargo, la falta de empleos de calidad crea un escenario propicio para la creación de nuevos emprendedores, quienes con muchas ideas pero muchas veces con poco oficio, intentan embarcarse en el mundo de la competencia y el mercado.
Es importante destacar que la mentalidad emprendedora es una de las formas más poderosas de generar oportunidades reales y sostenibles. Pero, ¿Cómo sobrevivir, crecer y liderar?
Muchas veces, la macroeconomía obliga a los emprendedores a adaptarse constantemente, dando a entender que no existe un modelo de negocio perfecto, si no que este es dinámico y debe ir mutando permanentemente. La velocidad y la creatividad se vuelven dos pilares fundamentales pero siempre dentro del marco de la realidad; es decir, los datos objetivos deben avalar las decisiones.
La incertidumbre es un obstáculo a superar pero también es una fuente ilimitada de oportunidades, no existe un manual de instrucciones ni una ruta trazada.
Pero no confundamos las situaciones económicas con el miedo al fracaso y la dificultad para planificar a largo plazo por la presencia de obstáculos reales.
El secreto puede ser difícil, pero no imposible: utilizar el caos como el comienzo de algo nuevo. La incertidumbre es el terreno fértil para la innovación, dando pie a la creatividad para encontrar una solución que nadie más ha imaginado.

Por otro lado, aunque no parezca fácil de aceptar, las empresas más grandes poseen una estructura rígida que condiciona el accionar ante la volatilidad del mercado. Los emprendedores podrían encontrar rápidamente un nicho a explotar y adaptarse sin problemas, debido a la flexibilidad organizacional que presentan.
Muchas veces, las oportunidades no se encuentran solo en el rubro del emprendimiento, si no en la forma en la que se lo gestiona: ¿Cómo es el modelo de negocio? ¿Cuáles son los canales de venta? ¿Cuál es la propuesta de valor real?
Todas estas preguntas se centran en ver cómo mejorar lo que uno hace, o cómo mejorar lo que hace la competencia.
Para no fracasar mientras se implementan los cambios, es necesario contar con un norte claro en el mediano y largo plazo (objetivos), y así poder reorganizar y optimizar en el corto plazo.
Del mismo modo, en la medida de lo posible, se deben testear los cambios, evitando invertir mucho dinero sin analizar la reacción del mercado. Por ejemplo, al crear una nueva forma de distribución o realizando cambios en el producto.
Por último, el factor clave es evitar la miopía del marketing (enamorarte de tu idea), y creer en la solución de la necesidad para la que el emprendimiento fue creado. Nunca te olvides que el emprendimiento puede estar en un contexto de crisis económica… pero el consumidor también lo está.